Uno de los rincones más concurridos del evento fue la zona gamer, donde los asistentes pudieron disfrutar de torneos de videojuegos competitivos y consolas retro. Desde partidas de Super Smash Bros. hasta competencias de League of Legends, la energía y emoción no se detuvieron en ningún momento.
Lo más destacado fue la variedad: quienes buscaban nostalgia pudieron jugar títulos clásicos en consolas antiguas, mientras que los fanáticos de la escena competitiva encontraron arenas equipadas para enfrentarse en juegos actuales. La mezcla de generaciones permitió que tanto jóvenes como adultos compartieran la misma pasión por los videojuegos.
Este espacio se consolidó como un punto de encuentro donde la comunidad gamer pudo conocerse, competir y, sobre todo, disfrutar. Fue un claro ejemplo de cómo los videojuegos son un puente que une a distintas edades y culturas.
